Mujeres poco conocidas que no pusieron límites a su crecimiento

El viernes 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer y en este marco decidimos recordar a algunas mujeres importantes, pero poco conocidas…

“El único límite para el crecimiento personal, es la mente misma”

*Por Milagros Bernat para Ideas Culturales

En primer lugar, me gustaría compartirles, la historia poco conocida de Laura Dewey Lynn Bridgman, quien nació el 21 de diciembre de 1829 y paso a la historia como la primera niña estadounidense sordo-ciega que obtuvo una educación significativa en el idioma inglés. Laura quedó sorda y ciega, además de contar con pérdidas muy significativas en el gusto y el olfato, a la edad de dos años, después de sufrir un brote de escarlatina.

Laura-Bridgman

Fue educada en la Escuela Perkins para ciegos, en donde, bajo la dirección de Samuel Gridley Howe, aprendió a leer y comunicarse utilizando braille y el alfabeto dactilológico.​

Howe desarrolló un plan para enseñar a Laura a leer y escribir a través de medios táctiles, algo que no se había intentado anteriormente, según su conocimiento. El plan de Howe se basó en las teorías del filósofo francés Denis Diderot, quien creía que el sentido del tacto podía desarrollar su «propio medio de lenguaje simbólico».​

Samuel Gridley Howe

Howe le enseñó palabras a Laura antes de las letras individuales. Su primer experimento consistió en pegar etiquetas de papel en varios artículos comunes, como llaves, cucharas y cuchillos, con los nombres de los artículos impresos en letras en relieve.

Luego él hizo que ella sintiera las etiquetas por sí misma, y ella aprendió a asociar las letras en relieve con los artículos a los que se referían. Eventualmente, podía encontrar la etiqueta correcta para cada objeto de un montón mixto.

La siguiente etapa fue darle las letras individuales y enseñarle a combinarlas para deletrear las palabras que sabía. Gradualmente, de esta manera, aprendió el alfabeto y los diez dígitos. Todo el proceso mostró que ella tenía inteligencia real, que solo requería estimulación, y su propio interés por aprender se volvió más agudo a medida que avanzaba.

Y si bien la educación formal de Laura culminó en 1850 siguió participando en la escuela, como profesora a tiempo parcial, dando clases a los estudiantes con discapacidad visual. Y fue en este ámbito que conoció y se hizo amiga de Anne Sullivan, cuando compartieron una casa de campo a principios de la década de 1880.

Y esto me lleva a la segunda personalidad que me gustaría recordar hoy, Anne Sullivan.

Anne Sullivan, de niña.

Anne Sullivan nació el 4 de abril de 1866 en una familia pobre en Feeding Hills, en el estado de Massachusetts. Su madre padecía de tuberculosis y murió cuando Anne tenía solo ocho años.​

Pero Anne no era hija única, sino que tuvo, también, dos hermanos: María y Jimmie. Cuando su madre murió sus dos hermanos fueron enviados a vivir con otros parientes y Anne permaneció en el hogar para cuidar a su padre.

Después de un tiempo los parientes no podían seguir con el cuidado de los niños, y Anne no podía atender a su padre porque era incapaz de escribir, leer o coser, así que los envió al asilo de niños pobres del condado en Tewksbury, Massachusetts.

Esta incapacidad para leer o escribir no tenía que ver en absoluto con su inteligencia, sino que se debía a que Anne Sullivan había contraído a los cinco años una enfermedad llamada tracoma,​ la cual deterioró progresivamente su vista. A causa de esto el único empleo al que podía aspirar era el de sirvienta, pero no tuvo éxito.

Otro residente ciego del asilo de Tewksbury, le habló de las escuelas para ciegos. Por ello cuando Anne tiene 14 años, solicita al inspector de la institución que le permitiera inscribirse en la Escuela Perkins para Ciegos en Boston,​ en donde se le hicieron muchas operaciones para tratar su enfermedad. Su vista mejoró y llegó a ser una estudiante ejemplar, graduándose con honores.

Esc. Perkins

Para ayudar a otros niños ciegos, Anne aprendió el alfabeto manual y trabajó, como decíamos antes con Laura Bridgman. Esta experiencia le serviría para el futuro ya que logró convertirse en profesora y enseñar a muchos niños ciegos y sordo-ciegos, entre ellos a Helen Keller.

Además, viajó por Estados Unidos y Europa, dando conferencias y divulgando la importancia de la educación inclusiva para las personas con discapacidad visual y auditiva.

Porque como dijo la propia Anne:

«El único límite para el crecimiento personal, es la mente misma».

*Milagros Bernat lleva adelante el Micro ¿Qué sabemos sobre inclusión? para el programa radial Ideas Culturales. Ella es Asistente Psicopedagógica (UCA); tesista en la Lic. en Psicopedagogía; estudiante de la Lic. en Educación Especial (UCU); Diplomada en Discapacidad (CEADE); Profesora en Danzas Clásicas y Españolas; y disertante en temáticas relacionadas a la discapacidad y la inclusión.

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