San Baltasar, la herencia detrás del festejo

Casi 200 años de políticas públicas, priorizando la herencia europea, se ocuparon de “blanquear” la identidad nacional argentina. Sin embargo, esta construcción está atravesada por el aporte de la cultura afro desde sus orígenes.

La Fiesta de San Baltasar, o “la fiesta del Santo Rey del Candombe” es poco conocida en esta región, especialmente su origen y significado, así como muchos otros aspectos referentes a la negritud. Sin embargo, se trata de una las festividades mas importantes de la comunidad Afrodescendiente, presente en nuestro país y parte de nuestra identidad que necesitamos seguir reconstruyendo.

Es por este motivo que a continuación, desde Ideas Culturales, compartimos un artículo realizado a partir de una entrevista a Gabriela Caballero, para la *Sección Nacional Argentina de CIOFF® (Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore y Artes Tradicionales), en 2021.

*Por Marcelo Alcoba y Silvana Piemonte

La Sección Nacional Argentina (SNA) CIOFF® encuentra en el relato de Gabriela Caballero una puerta de entrada a la negritud en Argentina, desde su etapa del ocultamiento hasta el sentir afrodescendiente en la actualidad, convirtiéndose en un aporte para la construcción de nuestra identidad colectiva.

Casi 200 años de políticas públicas, priorizando la herencia europea, se ocuparon de “blanquear” la identidad nacional argentina. Sin embargo, esta construcción está atravesada por el aporte de la cultura afro desde sus orígenes.

Una revisión crítica de la última década, con el fin de crear contextos más inclusivos y de promoción de comunidades históricamente olvidadas sanciona en 2013 la Ley N° 26.852, instituyendo el 8 de noviembre como el “Día Nacional de los y las afroargentinos/as y de la cultura afro”.

Desde la SNA abordamos parte de esta herencia introduciéndonos al Festejo de San Baltasar en la ciudad de Corrientes, seguros que este punto inicial detonará en nuevos proyectos fortaleciendo identidad y propiciando una sociedad más igualitaria y justa por una cultura de paz.

Gabriela Caballero vive en el barrio Cambá Cuá en Corrientes Capital (Provincia de Corrientes, Argentina). Al reconstruir su historia nos cuenta:

“Uno siempre busca el legado, esa responsabilidad o esa carga que nosotros tenemos… dónde podemos encontrarla. Uno quiere verse en el color. Al presentarnos como afrodescendientes, quieren ver a la persona de piel bien negra, bien oscura, pero ahora, nosotros somos morochos o muy morochos -es la calificación que se nos da-”.

Si bien su familia es mestiza -su madre es europea y su padre zambo-, se siguen reconociendo por algunas características fenotípicas (nariz ancha, labios gruesos, pómulos salientes, orejas pequeñas, rulos) pero también en elementos de su cultura, como es el tambor y los toques que quedaron escondidos en los ritmos de carnaval.
Gabriela no ha podido recuperar los nombres originales de sus ancestros, expresa:

“…durante la época de la colonia, estos fueron traídos, repartidos y vendidos en lote, nuestros ancestros eran cosas y recibían los nombres de las familias europeas que los adquirían”,

Al intentar reconstruir su genealogía en América, identifica el primer eslabón en la comunidad de Kambá Kuá del Paraguay. En una gran migración hacia lo que hoy constituye el territorio argentino, viene una tataratatarabuela, María del Carmen Caballero que se asienta en Mercedes, provincia de Corrientes, y acompaña a Gervasio Artigas, convirtiéndose en lancera.

Desde allí, entre sus ancestros más cercanos se encuentran su bisabuela Tolentina Caballero, su abuelo Perfecto Caballero, a partir del cual se instalan hasta la actualidad en el barrio Cambá Cuá de la ciudad de Corrientes y su padre, Osvaldo Caballero.

Junto a su familia, desde hace 27 años está al frente de la Cofradía de San Baltasar, la cual comprende a 20 familias que se reconocen como afrodescendientes y se auto perciben como una hermandad, como una familia grande. Su nombre lo toman de la primera Cofradía de San Baltasar creada en 1772 en Buenos Aires.

Tienen en custodia las imágenes de San Baltasar, uno de los 3 reyes magos a quien sus ancestros separan y comienzan a venerar solo, por la similaridad de sus características fenotípicas con la comunidad.

El padre de Gabriela, decide en el año 1994 junto con Don Fortunato Roffe y Antonio Cortés, rescatar y visibilizar el festejo de San Baltasar, que estaba prácticamente desapareciendo. Esta decisión, junto al contacto con las investigaciones del antropólogo Norberto Pablo Cirio, fueron cruciales para profundizar en su historia identitaria y cultural.

Por mucho tiempo, los santos estuvieron metidos para adentro y custodiados celosamente por las familias. El trabajo para visibilizar nuevamente el festejo y superar el ocultamiento fue arduo, porque la provincia de Corrientes es profundamente religiosa, de fe católica.

La puesta en valor de la celebración comenzó con un trabajo de sensibilización para que las familias empezaran a reconocer su música, sus imágenes, su legado y lo expusieran sin temor y así sus hijos y nietos pudieran sentirse orgullosos y empoderados.

Poco a poco fueron recordando y apropiándose de todo lo que conlleva las imágenes del Santo, entre las cuales se pueden encontrar algunas muy antiguas talladas en madera, pertenencia de sus ancestros, procedentes de Paraguay y Brasil, e incluso algunas tan antiguas que se desconoce su origen.

En este proceso, Don Fortunato Roffe, propone no hacer más los festejos en las casas sino llevar las imágenes al Parque Cambá Cuá, por ser el espacio en donde originariamente sus ancestros negros esclavizados se escondían muy adentro en las cuevas que hacía el río sobre las costas del Paraná.

Es así que en 1994 finalmente la celebración se hace pública. Desde ese momento, cada día 5 de enero, el Parque Cambá Cuá se tiñe de rojo y dorado, las familias ponen las imágenes en una mesa grande a modo de altar común junto a la ermita con la imagen de San Baltasar. Todas ellas reciben un saludo protocolar como se hacía antiguamente con las bandas de música de Corrientes.

La banda de la policía realiza la apertura a los festejos en los cuales la música a través del tambor, el canto y la danza se hacen presentes de la mano de las familias y los promesantes. La celebración es “una parte del compromiso a lo que hicieron nuestros ancestros… reconocer y agradecer todo lo que ellos hicieron y todo lo que ellos nos dieron, no solamente difundirlo y darlo a conocer” nos dice Gabriela.

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